domingo, 24 de mayo de 2009

Sucede

Ayer lloré por primera vez en BsAs.
No sé porqué desde hace mucho, un par de años, me inventé que se me dificultaba llorar. Un día me dije: "evitarás llorar delante del otro y cada lágrima te costará mínimo 3 movimientos faciales (dolorosos)"
Apartir de ese momento sólo conseguía llorar a solas y con espasmos. No era fácil pero empecé a encariñarme con ese famoso "nudo en la garganta", soportarlo tanto hasta encontrar el lugar oscuro, esquina, baño, closet, carro, calle, perfecto para desanudarme. Así empezó también mi fascinación por llorar en cines y conciertos, a veces sólo para hacer el esfuerzo, sentir dolor en mis ojos, el nudo raspando mi garganta y lograr que mi acompañante no lo notara (el usar lentes lo permite más) Si, el llorar cobraba otro sentido.
Luego, cambió.
El problema fue cuando un día no lo logré y eso sólo se cumplió en la ausencia, se mudó. Por más esfuerzo que mi rostro hiciera aunado a la situación, episodio, canción, película tristísima no llegaba, no había ni dolor, ni nudo, ni lágrima... tampoco acompañante. Ya ni en desolación encontraba mis lágrimas. No importaban mis ganas, razones, emociones, nada.
Empecé a obsesionarme y pasaba largos ratos a solas para conseguirlo, rentaba (mis)películas más emotivas, recordaba (mis)momentos más dolorosos, leía (mis) relatos más desestructurantes pero no, incluso tampoco importaba si presenciaba aquellos instantes en los que "uno" debe-tiene que llorar, estaba seca, oxidada.

Ayer lloré por primera vez en Buenos Aires.
Mi placentero llanto fue provocado por el inmenso dolor de otro, dolor que sintió una de las personas que más amo.
¿Ahora lloro por los otros?

martes, 19 de mayo de 2009

¿Importa?

Ayer muere Benedetti, no sé que fue lo último que escribió y no me importa.
Una de las virtudes -o no- de los escritores es que quedan vivos cada vez que alguien los lee.
De su último libro:


“Soliloquio“
Hoy he resuelto hablar conmigo mismo
aprovechar por fin el privilegio
de averiguar quién soy de dónde vengo
por qué me gustan las canciones tristes
cuando uno descubre sus miserias
siente el orgullo impávido sincero
de mirarse como un inconfundible
o como un tonto que no vive en paz
en el monólogo nos recorremos
desde la nuca fiel a los talones
ya no caemos en los simulacros
ni en las humillaciones vanidosas
nos vemos en la jaula de los odios
o en la vana penumbra del hastío
y gozamos con el asesinato
de hormigas cucarachas y polillas
hoy he resuelto hablar conmigo mismo
a ver si me convenzo y soy más bueno
y como premio encuentro algún amor
que me espera en un pétalo del alma

Pretexto

No recuerdo cuándo dejé casi totalmente de escribir, de hacerme letra.
Digo, uno escribe mínimo una vez al día de muchas cosas: cuentas, pendientes, notas, pero no de esto, no de lo que supuestamente quiere (no)decir y mostrar y que la palabra lo atrapa, lo acota.

Y bien, heme aquí sumándome al millón de otros que se exhiben y esperan ser leídos ¿se espera, no?
Además en la maestría me han "forzado" a empezar a escribir, a empezar a "soltarme" (cuando uno escribe ¿se suelta o se sujeta?) y finalmente hay días en que las ganas de teclear me invaden.

No sé qué resultará de aquí, qué contenido tendrá pero veamos cómo se va construyendo.
Éste pedazo de espacio virtual es el pretexto perfecto para lo antes mencionado y para no dejar de verme, en ésta nueva ciudad el tiempo me rebasa y me da la sensación de que mi ex-sistencia desaparece por minutos.